lunes, 3 de junio de 2013

Marybeth Tinning: "La Madre Asesina"

Marybeth Roe nació el 11 de septiembre de 1942 en Duanesburg, un pequeño pueblo del estado de Nueva York. Su infancia fue una soledad continua. Su padre, Alton Roe, trabajaba para la General Electric. Fue una alumna aventajada, pero su padre siempre la menospreció. La trataba con indiferencia y nunca le demostró amor. Por si fuera poco, sus compañeros de escuela se burlaban de ella, aunque intentaba ser amigable. Fue convirtiéndose poco a poco en una mujer solitaria y resentida, pero, sobre todo, con una enorme necesidad de amor y atención.

 

Marybeth obtuvo un trabajo como enfermera en el Hospital Ellis en Schenectady. Se casó en 1965 con Joe Tinning, un analista de sistemas de la planta de General Electric en la cercana Schenectady. Él y Marybeth Tinning eran miembros respetados de varias comunidades de la zona. Se mudaban frecuentemente.



La General Electric
 

Tuvieron dos hijos. Joe quedó encantado cuando Mary le informó que había quedado embarazada por tercera vez. En diciembre de 1971, nació una pequeña niña, Jennifer. Murió estando todavía en el hospital. Los Tinning estaban comprensiblemente consternados. Sólo más tarde pudieron asegurar los investigadores con un cierto grado de certeza, que la muerte de Jennifer fue la única muerte de los hijos de los Tinning que no era sospechosa.



En el funeral, los amigos y vecinos se volcaron en atenciones hacia Marybeth. Le prestaron toda la atención que no había tenido en toda su vida. Tanto cariño la aturdió, pero la hizo sentirse plena y dichosa. No sabían que sus amabilidades iniciaban una matanza sistemática que duraría varios años. Antes de partir hacia el sepelio, Marybeth comenzó un extraño ritual: lavó y planchó perfectamente toda la ropa que le habían comprado a su bebé. Luego la dobló y guardo cuidadosamente, junto con sus juguetes, en una caja de cartón. Selló la caja y la guardó en su casa.



El cementerio
 

Diecisiete días después de la muerte de Jennifer, el hijo de Joe y Marybeth Tinning, Joseph, de dos años, moría. La gente, consternada, acudió al sepelio de la mujer que perdía a otro hijo en apenas dos semanas. Esta vez hubo aún más cariño: una madre no merecía sufrir tanto. El ritual se repitió: lavó, planchó, dobló y guardó la ropa, colocó los zapatos del chico y sus juguetes en otra caja de cartón, que ocupó un lugar junto a la primera caja.



Joseph Tinning jr.
 

El 2 de marzo de 1972, Barbara, de cuatro años seguía a su hermano a la tumba. Los vecinos y amigos estaban consternados; no sabían cómo aliviar tanto dolor a la familia que sufría de aquella manera. En menos de tres meses, los tres niños habían sido arrebatados a sus devotos padres. Los amigos ofrecían sus condolencias. Los parientes consolaban a los Tinning. Y Marybeth, antes del nuevo entierro, realizó su ritual, obteniendo una tercera caja.

  La pequeña Barbara poco antes de morir con su madre, Marybeth Tinning
  
Aquellos que conocían a la familia quedaron deleitados cuando, nueve meses más tarde, Marybeth dio a luz a un varón, Timothy Tinning. Su alegría duró poco. Catorce días después de que Timothy entrara a este mundo, moría. La muerte fue atribuida al Síndrome de Muerte Infantil Repentina.


La preocupación de amigos, parientes y vecinos se convirtió en un rumor. ¿Era posible que los Tinning estuvieran maldecidos con genes defectuosos que dejaban a sus hijos con enfermedades inexplicables?


Un año y medio después de la muerte de Timothy, Marybeth paría a su quinto niño. Nathan murió el 2 de septiembre de 1975. Por primera vez, los médicos y autoridades locales tuvieron sospechas. Nathan había sido un niño saludable. Como en todas las muertes de los Tinning, se realizó una autopsia y, como siempre, la muerte fue atribuida a causas naturales. También, como en todos los casos, Marybeth realizó el ritual con las posesiones de sus hijos.



El Dr. Robert Sullivan, del Schenectady County Medical Examiner, supo de las tragedias que parecían perseguir a la familia como una maldición. Realizó una completa investigación de la muerte de Nathan, pero no pudo encontrar nada malo. Cualquier sospecha que él tuviera era disipada por los Tinning, quienes insistían en que se realizaran exámenes en todas las muertes de sus hijos.


Además, los Tinning eran ciudadanos respetables. Marybeth no tuvo más hijos por tres años y medio. Entonces vino Mary Frances, quien murió a los tres meses y medio.



Mary Frances Tinning
 

Diez meses después nacía Jonathan. Murió a la edad de tres meses. Los Tinning, culpándose a sí mismos por la pérdida de sus hijos naturales, intentaron quebrar la serie de muertes adoptando un niño negro, Michael.



Jonathan Tinning
 

Ese fue el punto de quiebre. Un año más tarde, en marzo de 1981, Michael moría. La muerte de Michael fue diferente. Aquí no había genes defectuosos. El niño había sido adoptado. Una autopsia indicó que la causa de la muerte era una neumonía viral. Los pediatras y asistentes sociales le contaron a la policía de sus sospechas y sugirieron que si alguno de los hijos futuros de los Tinning muriera, un patólogo forense debía ser llamado al caso. Las autoridades sospechaban tanto que lograron que se exhumaran los cuerpos de Timothy y Nathan. No se descubrió nada extraño.



Michael Tinning, el hijo adoptado
 

Pasaron tres años sin novedades. Luego, por octava vez, Mary quedó embarazada. El 20 de diciembre de 1985, cuatro meses después de su nacimiento, Tami Lynne moría. Siguió una intensa investigación. No se encontró nada que implicara a Marybeth, de quien ahora todos sospechaban que mataba a sus hijos.



Tami Lynne Tinning
 

Sin tener en cuenta la falta de pruebas en la serie de muertes, dos detectives tomaron a su cargo recoger a Marybeth, llevarla a los Cuarteles Centrales de la Policía del Estado en el cercano Loudonville e interrogarla exhaustivamente.

Después de ser interrogada por diez horas, Marybeth confesó haber matado a tres de sus hijos: Timothy, Nathan y Tami Lynne. Fue arrestada y acusada de asesinato.



El arresto de Marybeth Tinning
 

Después de pasar un mes en la cárcel, Marybeth fue liberada bajo una fianza de 100.000 dólares. Inmediatamente realizó procedimientos en la Corte para que su confesión fuera considerada inadmisible en el juicio por asesinato que vendría. Su marido, Joe, quien en ningún momento fue sospechoso de alguna mala acción, estaba comprensiblemente alterado de que su esposa hubiera sido interrogada por un período tan largo de tiempo sin su conocimiento y sin estar un abogado presente.



Marybeth no tuvo éxito en su pedido de que su confesión fuera declarada inadmisible. En 1987, fue sometida a juicio por el asesinato de Tami Lynne. Durante su juicio, el jurado oyó su confesión como le había sido contada a los detectives. Al describir cómo había asfixiado a Timothy, Nathan y Tami Lynne, dijo que lo había hecho "con una almohada, porque no soy una buena madre". Estaba claro que la confesión era verídica y que Marybeth había asesinado a casi todos sus hijos, excepto al que murió primero.



Marybeth había dado a los detectives todos los detalles de la noche en que tomó la vida de Tami Lynne. Llegó a la casa a las 20:35 horas, después de haber estado de compras con una amiga. Su amiga, al igual que su suegra y su suegro, quienes habían estado cuidando el bebé, se fueron a las 21:30. Puso a Tami Lynne de cuatro meses en la cuna. Marybeth relató:

"Intenté darle el biberón, pero no lo quería. Ella alborotó y lloró por una media hora. Finalmente se durmió. Entonces me fui a la cama".


Joe se acostó a las 23:00 horas. La pareja charló por unos momentos:

"Estaba por dormirse cuando Tami se despertó y empezó a llorar. Me levanté y fui a la cuna e intenté hacer algo con ella para que dejara de llorar. Finalmente, usé la almohada de mi cama y la puse sobre su cabeza. Lo hice hasta que dejó de llorar. Cuando finalmente levanté la almohada, ella no se movía. Le grité a Joe y le dije que Tami no estaba respirando".




La confesión fue un escalofriante relato de un asesinato a sangre fría. Se diagnosticó que Marybeth sufría el Síndrome de Munchausen por Poder. El 19 de julio de 1987, Marybeth Tinning fue encontrada culpable del asesinato en segundo grado de su hija Tami Lynne. Fue sentenciada a veinte años de prisión en la cárcel para mujeres en Bedford Hills, en Nueva York. Su emplazamiento para libertad condicional fue en marzo de 2009. Y como macabro colofón, Marybeth fue empleada en la guardería de la prisión.

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